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Cuando me preguntan por qué es importante amamantar a un bebé, lo primero que se viene a mi mente es responder: porque somos mamíferos. Los humanos pertenecemos a la clase mammalia, es decir “Ser que mama”. Las hembras mamíferas poseemos una glándula mamaria capaz de producir leche para alimentar a nuestras crías. El comportamiento innato, instintivo y reflejo del recién nacido, si no es interrumpido, será reptar buscando hasta alcanzar a prenderse del pecho de su madre, para alimentarse muy rápido después de nacer. Este comportamiento biológico está inscrito en sus genes, y es la garantía de su supervivencia. Por tanto, amamantar no solo es esencial, ¡es nuestra esencia! 

De las más de 5.000 especies mamíferas, los humanos somos los que nacemos más inmaduros. Solamente el 25% de nuestro cerebro se ha desarrollado en ese momento, lo que nos hace absolutamente vulnerables y dependientes. Para lograr regularnos y sobrevivir, necesitamos a otro cuerpo que nos alimente y nos anide. Como dice el Dr. Grantly Dick-Read: “Un bebé recién nacido tiene sólo tres requerimientos: El calor de los brazos de su madre, el alimento de sus pechos, y la seguridad que ésta le transmite. La lactancia satisface las tres”.

Sus beneficios son tan diversos, que podríamos clasificarlos en varias categorías: físicos, emocionales, espirituales, sociales…

Es poco probable que podamos enumerarlos en esta entrega, básicamente porque son demasiados, e incluso a la fecha no los conocemos todos. 

A lo largo de la evolución, la leche humana, que por cierto es específica de la especie, ha venido adaptándose con la finalidad de garantizar al recién nacido los nutrientes para satisfacer sus necesidades. Es tan compleja, que ha cautivado la atención de científicos, quienes a lo largo de muchos años se han dedicado a tratar de descifrar su composición y sus efectos increíbles. Cómo un simple ejemplo, tomemos al calostro, la primera leche que produce la madre. Este líquido viscoso es un compendio de anticuerpos, la vacuna perfecta y poderosa que le permitirá al bebé, que aún carece de sistema inmunológico, defenderse de los gérmenes del nuevo entorno. Poco a poco irá la madre, a través de su leche, aportándole las defensas para enfrentar a los patógenos a los que se verá expuesto. 

“La lactancia y la leche humana llenan un vacío inmunológico, entre el tiempo en el cual el feto recibe protección a través de la placenta, hasta aproximadamente los 3 a 4 años de vida, cuando su sistema inmunológico finalmente es funcional y robusto.” (Hanson, 2002)

La leche es bioactiva y varía constantemente a medida que el bebé va evolucionando; “contiene componentes solubles con propiedades protectoras, y células vivas que son inmunológicamente específicas” (Hanson, 2002). No en vano la llamamos la sangre blanca. ¡Esta es una de las razones por la cual no es sustituible! 

El calostro transiciona poco a poco hasta llegar a ser leche madura, aproximadamente a los 15 días después del nacimiento. Esta lecha madura está compuesta en un 87,5 % de agua, lo cual garantiza al niño la hidratación adecuada de manera segura, ya que la madre la filtra en su cuerpo. Por esto los bebés amamantados no necesitan consumir agua de otra fuente, evitando de esta forma riesgos innecesarios de contaminación. 

La leche madura contiene grasas específicas para el desarrollo del cerebro humano, DHA (ácido docosahexaenoico) y AA (ácido araquidónico), entre otras. En numerosos estudios se ha demostrado que los niños alimentados exclusivamente con leche materna alcanzan un desarrollo cognitivo superior, especialmente en el lenguaje, la capacidad motora y la percepción visual (SanGiovanni et al., 2000). 

Mientras más prolongada la lactancia, mejores los resultados. De la misma manera, la leche contiene infinidad de elementos maravillosos que contribuyen a una microbiota intestinal saludable, fundamental en sus respuestas inmunológicas a futuro, permitiéndole crecer fuerte y sano. 

Por otro lado, al ser amamantado, el niño recibe estímulos a través de todos sus sentidos: el olfato, el gusto, la vista, el tacto, el oído. Al succionar, desarrolla cantidad de músculos y huesos, afectando positivamente el desarrollo de su cavidad bucal y de las funciones orales: succión, deglución, masticación, fonoarticulación, entre otras… 

Si nos referimos ahora al aspecto emocional, es aun más asombroso. No se pueden comparar los beneficios que reciben los niños amamantados de forma frecuente. La madre impregnada de oxitocina en cada mamada va tejiendo una relación íntima con su bebé. A través de sus caricias, se van vinculando a niveles muy profundos, en un nexo químico, energético y espiritual. En el contacto frecuente, el bebé se sabe seguro y protegido; se siente amado y atendido. Es de esta manera como se va construyendo su seguridad interior, su autoestima, y la CONFIANZA tan necesaria para poder afrontar los retos de la vida desde una actitud resiliente. Creo que de todos los beneficios este es el que más me cautiva. Puedo sentir la mano de Dios en su diseño perfecto, que garantiza a sus hijos en el pecho, el propósito real de la vida. Amar y ser amados. 

Para las madres también existen beneficios maravillosos. Lamentablemente somos las únicas hembras mamíferas que dudamos de nuestra capacidad para amamantar. Por esta razón cometemos cantidad de errores que dificultan a la larga el proceso.  

Si amamantamos en la primera hora de vida, evitamos sufrir hemorragias postparto. Es más fácil para nosotras tener a nuestra disposición el alimento perfecto, sin necesidad de preparar, lavar, y esterilizar.  La lactancia se asocia a menor probabilidad de padecer depresión postparto. Si amamantamos prolongado, recuperaremos nuestro peso rápidamente; también nos sirve de método anticonceptivo, e increíblemente se ha demostrado que previene diferentes tipos de cáncer.  En definitiva, una vez se superan los inconvenientes de la primera etapa, ¡es delicioso, es la mejor experiencia de la vida!

Para el planeta también es provechoso, es ecológico, no contamina, no genera ningún tipo de desperdicios y, por si fuera poco, es gratuito.  

Se que me quedo corta describiendo la importancia de la lactancia. Tal vez nunca sabremos exactamente todos sus beneficios, pero espero inspirarte así sea un poquito con mi convicción. Sin lugar a duda es en esencia, el plan perfecto y natural para garantizar tu salud y la de tu bebé, el mejor regalo. Recuerda que nacimos para eso. 

Por: Renata Boscan de Ravelo
Doula(DONA)
Consultora de Lactancia Materna IBCLC
LMT; Psychotherapist

Referencias:
Riordan, J. (2005). Breastfeeding and Human Lactation, third Edition.